jueves, 16 de abril de 2009

Cuerpo y arte corporal en la posmodernidad

Aquí teneis el fragmento que leímos sobre el cuerpo, en la última cocina,
25 de marzo.


Cuerpo y arte corporal en la posmodernidad:
las mujeres visibles
PATRICIA MÁRQUEZ


El cuerpo aparece como centro de debate y de manifestación, de las paradojas que acompañan a la sociedad posmoderna, casi como un lugar de resistencia política:

«El cuerpo es precisamente el campo de batalla del poder, y el instrumento idóneo para su acción, por su carácter múltiple, impredecible, susceptible de ser usado de formas casi infinitas según los dictados culturales. Además el poder se centra en el cuerpo porque éste supone siempre un peligro potencial, la acción del poder sobre él tiene que ser reiterada, nunca es definitiva.»[1]

El cuerpo surge como la condición humana, como ese «lastre» que se impone a los intentos de abstracción y de control biopolítico[2], incubados al amparo del dominio de la razón instrumental, generada por los discursos hegemónicos de la Modernidad.

Es por el cuerpo que somos seres inscritos en lo temporal y lo material:
«somos tiempo; el tiempo que nos recorre y el espacio que nos envuelve»[3], sin embargo, a partir de la disociación entre mente y cuerpo que surge con la Ilustración, y con la consiguiente alienación que esto produce, aparece la habitual, inevitable sensación de extrañeza que todos sentimos hacia nuestros latidos, nuestras secreciones, nuestras tibiezas. Extrañeza que de pronto nos inunda como reintegración catastrófica en casos de enfermedad o accidente. Relacionada con dicha alienación, está la habitual manera de referirnos al cuerpo como algo que se «tiene», disfrazando el hecho de que en realidad se «es» el propio cuerpo[4].
Así, tras los intentos por parte del pensamiento moderno de independizar
al sujeto del cuerpo, destruyendo toda la simbología referida a éste, reivindicamos en la Posmodernidad un sujeto que también es cuerpo (quizás, que es sobre todo cuerpo). Un cuerpo que frente a la mentalidad cartesiana, aislada y autoreferente: «no se produce totalmente a sí mismo, necesita de los otros cuerpos, y en su relación con ellos, no es una identidad puramente biológica, sino un entramado de relaciones físicas, sociales y culturales.»[5]
De esta manera, el cuerpo, en la posmodernidad, se transformará en un instrumento discursivo más allá de las cosificaciones del lenguaje articulado sede del logocentrismo[6], así como del determinismo anatómico y social, para ofrecernos una alternativa a la alienación provocada por la escisión cuerpo – mente, y presentarnos su superficie como cuerpo en tránsito, símbolo de lo disperso, de lo múltiple, y, tal y como explica F. Jameson, del yo fragmentado del sujeto posmoderno en la nueva patología cultural[7].
Ya que, como afirma Maurice Merleau-Ponty en su Fenomenología de la
percepción[8]: «el cuerpo es el vehículo del ser-del-mundo, y poseer un cuerpo es para un ser viviente conectar con un medio definido, confundirse con ciertos proyectos y comprometerse continuamente con ellos,» el arte corporal, el texto que inscribe el cuerpo contendrá en sí un potencial de transformación antropológica y espiritual. Es a través de él que se encarna la cultura, la moral, la «tecnología política de los cuerpos»[9], el entramado de relaciones, lugar de la sexualidad, de la vida psíquica[10], del placer y del dolor.


MÁRQUEZ, Patricia. Cuerpo y arte corporal en la posmodernidad: las mujeres visibles
Arte, Individuo y Sociedad ISSN: 1131-5598
Vol. 14 (2002): 127-129



























[1] AZPEITIA GIMENO, Marta (2001): «Viejas y nuevas metáforas. Feminismo y Filosofía a
vueltas con el cuerpo.» Piel que habla. Viaje a través de los cuerpos femeninos. Barcelona:
Icaria. Pág. 274.
[2] Véase, FOUCAULT, Michel (1978): Vigilar y Castigar. Madrid: Siglo XXI. Pág. 141- 173.
( 1999 ). Biopolítica. La liberación de los cuerpos en la Modernidad. Madrid: Península.
[3] Cita tomada de la conferencia ofrecida por Fernando Bárcenas sobre el dolor, en el
Master de Arte Terapia de la facultad de Educación de Madrid, en enero del 2002.
[4] Inclusive el lenguaje no es más que uno de los registros expresivos de lo corporal (glotis,
paladar, cerebro, etc.).
[5] AZPEITIA GIMENO Marta (2001): «Viejas y Nuevas Metáforas: Feminismo y Filosofía a vueltas
con el cuerpo.» Piel que habla. Viaje a través de los cuerpos femeninos. Barcelona: Icaria. Pág. 263.
[6] DERRIDA, Jacques (1984): De la Gramatología. Madrid: Siglo XXI. Pág. 17-18.

[7] JAMESON, Frederic (2001): Teoría de la Posmodernidad. Madrid: Trotta. Pág. 35.
[8] MERLEAU-PONTY, Maurice (1994): Fenomenología de la percepción. Península:
Barcelona. Pág.
[9] FOUCAULT, Michel (1978): Op. cit. Pág. 166.
[10] FREUD, Sigmund (1999): Esquema del Psicoanálisis. México: Paidos. Pág. 12.

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